Cuando cogemos una cámara para capturar un retrato o un paisaje, la elección del encuadre puede parecer, a primera vista, una mera decisión técnica. Pero profundicemos más y veremos que esta elección está intrínsecamente ligada a aspectos filosóficos, artísticos y psicológicos. ¿Quién hubiera pensado que decidir entre un ángulo frontal, 3/4, de perfil o de espalda sería tan revelador como mirarse en espejo ¿bajo diferentes luces y ángulos? Cada perspectiva refleja una parte diferente de nosotros, a veces aspectos que ni siquiera reconocemos a primera vista.
Al elegir el perfil según nuestro punto de vista, entramos en un espacio que nos sitúa en el umbral entre lo público y lo privado, entre lo revelado y lo oculto. Como un libro abierto en una sola página, el perfil ofrece una historia rica en matices y significados, pero es sólo un fragmento de ella. Así como una página aislada contiene información valiosa que, junto con todas las demás, conforma la narración completa del libro, el ángulo de perfil nos brinda una visión parcial pero profundamente reveladora. Nos muestra detalles que, aunque limitados, son fundamentales para comprender la complejidad y profundidad del tema o escena en su conjunto.
Con la perspectiva del perfil, entramos en un territorio que cuestiona la naturaleza misma del conocimiento y la percepción. Este ángulo actúa como un recordatorio de nuestra 'humildad epistemológica', una conciencia de que sólo estamos arañando la superficie de complejidad del tema o la escena que estamos intentando capturar. Es como si, al optar por este encuadre específico, estuviéramos admitiendo que nuestra perspectiva es parcial pero valiosa, y que hay más capas por explorar. Esta es una forma de humildad que no sólo reconoce los límites de nuestro entendimiento sino que también los expresa artísticamente.
Pero quizás prefieras el rompecabezas de ángulo 3/4, que nos da más que un perfil ppero menos que que una vista frontal. Aquí te aventuras en un territorio que oscila entre lo revelado y lo oculto, entre completo e incompleto.
Este ángulo en particular es como un suspenso en una narrativa, una escena que nos deja al borde de un precipicio emocional, ansiosos por más. Aquí es donde entra en juego el 'Efecto Zeigarnik', un concepto psicológico que describe cómo las tareas o asuntos inacabados tienden a permanecer en nuestra memoria mucho más tiempo que los que ya han sido completados.
Así, una foto capturada desde esta perspectiva funciona como una especie de desencadenante de este efecto. Nos mantiene mentalmente comprometidos, persistentemente curiosos, como si estuviéramos en una búsqueda continua para llenar el espacios en blanco. La imagen no sólo capta sino que también prolonga nuestro interés, convirtiéndose así en una poderosa metáfora de nuestra eterna búsqueda de plenitud y comprensión
¿Y lo que llamamos "absurdo" es realmente tan absurdo? Esta pregunta hace referencia al teatro del absurdo de Samuel Beckett, donde la sencillez escenográfico y el diálogo alberga una complejidad de temas, desde el existencialismo hasta la soledad y la extrañeza de la condición humana. Ahora, lleve este pensamiento al ámbito de la fotografía y considere el ángulo frontal. A primera vista, optar por este marco puede parecer como elegir el camino más directo, quizá incluso el más obvio. Pero también en este caso la frontalidad puede ser una especie de máscara que desafía las expectativas.
El sujeto u objeto capturado puede parecer inicialmente transparente, casi banal en su sencilla presentación. Sin embargo, al igual que en el teatro de Beckett, esta simplicidad puede ser un atractivo que nos lleve a una exploración más profunda. Entonces empezamos a notar matices en la expresión, sombras que añaden profundidad o incluso un escenario que nos hace cuestionar la verdadera historia detrás de la imagen. De esta manera, la perspectiva frontal puede revelarse llena de significado y complejidades, transformándose en un escenario donde la vida imita al arte y donde el arte desafía nuestras percepciones.
El ángulo de espalda en fotografía es como la última página de un libro que nunca quieres terminar, o quizás la escena final de una película que deja un misterio sin resolver. Esta es una perspectiva que a menudo se pasa por alto en las representaciones convencionales, tal vez porque nos enfrenta a la vulnerabilidad inherente de darle la espalda al mundo.
A través de esta lente, nos convertimos en espectadores silenciosos de momentos introspectivos, capturando al sujeto en un estado de abandono involuntario o quizás en una historia personal que solo él o ella puede entender.
Este encuadre también puede llevarnos a reflexionar sobre la idea de nostalgia, que abarca una gama compleja de emociones: pérdida, nostalgia, afecto e incluso un deseo indefinido. Al igual que el anhelo, el ángulo posterior revela la sustancia emocional que ha sido quedó atrás, pero continúa influyendo en nuestra identidad y nuestras elecciones. Despierta nuestra curiosidad sobre los caminos no tomados, las elecciones evitadas y las historias que ocurren más allá de nuestro campo de visión inmediato.
Entonces, cuando eliges un ángulo específico o cambias entre ellos, no solo estás tomando una decisión técnica; estás articulando una visión, emitiendo una declaración y reflejando tu propia forma de ver el mundo. Entonces, la próxima vez que tomes tu cámara, pregúntate: ¿Qué revela mi ángulo favorito sobre mí?
Escrito por Angela Rosana, aprende más sobre mí aquí.< /span>
En las imágenes aparecen créditos a los fotógrafos, con enlaces a sus respectivos perfiles de Instagram. ¡Descubre más sobre el trabajo de cada persona!
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Publicado en Instagram en septiembre de 2023
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